No solo un CI superior a la media
De forma general, se conoce que las personas con Altas Capacidades son aquellas que tienen un cociente intelectual muy por encima del promedio, con puntuaciones cercanas o superiores a 130. Pero no solo eso. No se trata únicamente de alcanzar un resultado determinado en un test psicométrico (concretamente, la escala Wechsler). Se trata de personas con una capacidad excepcional en uno o varios ámbitos, con un gran potencial a desarrollar.
En torno a las Altas Capacidades y la Superdotación giran decenas de mitos, falsas creencias o sobregeneralizaciones que pueden llevar a confusión, o lo que es peor, a que este talento pase inadvertido, enmascarado en forma de un comportamiento diferente, una hipersensibilidad emocional, una curiosidad llamativa, o un razonamiento más profundo.
Cuando esto ocurre, cuando las personas con altas capacidades no comprenden lo que les pasa, o mejor dicho, no son comprendidas, pueden aparecer dificultades. Durante la infancia, es frecuente que manifiesten conductas disruptivas, desafíos a las figuras de autoridad, baja tolerancia a la frustración y una elevada demanda de atención y estimulación. En la vida adulta, también están presentes ciertos rasgos como el perfeccionismo y el sentido crítico, la inflexibilidad cognitiva o los pensamientos obsesivos.
Con todo esto, resulta tremendamente complicado que estas personas se sientan a gusto consigo mismas, orgullosas de su capacidad, motivadas para el logro, aceptadas y validadas. Porque lo diferente, tristemente, no suele encajar. Por supuesto, sin el conocimiento de lo que en realidad ocurre, de sus fortalezas y debilidades, también es difícil que ese talento especial se pueda desarrollar. Y, para las personas con alta capacidad intelectual, resulta fundamental descubrir y desarrollar su talento, saciar sus inquietudes y enfrentarse a retos constantes que les permitan sentirse realizadas en su ámbito de interés.
Para que se entienda mejor, siempre me ha gustado utilizar la metáfora de los “diamantes en bruto”. Un diamante en bruto, aunque es único y valioso, carece del mágico brillo de un diamante tallado.
Las altas capacidades intelectuales, al igual que los diamantes, deben tallarse, pulirse y trabajarse para que puedan convertirse en un verdadero tesoro y un aliado para alcanzar el bienestar, la felicidad y la satisfacción personal.
“La manera en que se tallan los diamantes determinará la forma en que estos reflejan la luz”